La mina de repente, por sorpresa y sin sospecharlo, tuvo una muy clara idea de cómo debe sentirse una patada en el hígado.
Y no fue a razón de una comida abundante en condimentos o grasas.
Las náuseas la inundaron. Entonces apagó la pc y se fue a dar una ducha, como para reprimir el recuerdo de ese momento.