martes, 12 de agosto de 2008

Pasa...

Les pasó despertarse en la casa de un amigo con un último y único recuerdo de la noche anterior: el fondo de un vaso de vidrio al que vaciaban por completo de su contenido (quizá speed con vodka, o vodka con jugo de naranja; ron con coca, en fin, cualquier cosa que te mate muchas neuronitas y te atonte unas cuantas más)

Si te pasó, quizá tu amigo, cuando volviste a hacer uso de tus facultades mentales; te empezó a contar lo que hiciste y (momento feo si los hay) quizá vos, por más esfuerzos por obligar a tu cerebro a que cree una imagen de lo que te están contando, no lograste recordar nada; ahí te diste cuenta que no era un mito que se puede perder un poquito la memoria (además de la verguenza y otras cosas) a causa del alcohol.
Puede pasarte además que lo que te cuenten sea tan exagerado, que pienses naaaa, me debe estar cargando, pero igual dudás, así que le preguntás a tus otros amigos, pero cuando corroboran la primera versión (con unos cuantos detalles escabrosos más) te convencés que en realidad es un complot, que te quieren hacer sentir un/a boludo/a para después reirse descaradamente (esos son amigos!). Puede pasar lo del complot, pero en mi experiencia la gente suele zarparse y hacer cosas que después a la conciencia le cuesta admitir, jeje.
Esto califica como algo desagradable (bah, puede ser gracioso, dependiendo de lo que hayas hecho). También en la vida uno vive momentos bizarros, como por ejemplo:

Darte cuenta que la textura cremosa de los duraznos que robaste con tu primito de nueve años, durante un apagón, a la vecina de la esquina; no se debe a que están bien maduros, sino repletos de gusanos, blancos, suavecitos, que hierven en el hueco de la última mordida que le hiciste; darte cuenta encima cuando ya comiste dos, porque te percataste del consuetudinario suceso recién cuando volvió la luz. (Obvio fui yo, en el verano de 1998)
Qué hice cuándo me di cuenta? Primero sentía que no podía ser verdad que haya comido gusanos, encima estaban ricos! Lo segundo fue tratar de provocarme vómito, lo cual fue en vano; mientras mi primito se cagaba de risa.