sábado, 4 de abril de 2020

Borrador de un duelo perdido en el tiempo

Abrir el reproductor de música para escuchar algo acorde a la ocasión, a saber: "Porque la quería", "Confesión", "Origami", entre otros. 
Quizá un tango de esos que sonaron tantas veces mientras en mi cama o mi sillón hicimos el amor. 
Preparar un cóctel en el que no faltara tu cobardía, tu indecisión y eso que vos, y sólo vos llamaste amor. Tomarlo solo, degustarlo en silencio. 
No quejarse. 
No llorar. 
No confesar lo ocurrido a persona alguna.
Callar, ahogar cualquier atisbo de sentimiento en un malogrado texto que no conocería papel ni cajón, sino que se perdería en la inmensidad de imágenes que más de tres años nos dejaron de recuerdo.
Torturarse leyendo poesías oscuras y melancólicas, textos sombríos.
Nuevamente callar, ocultar, negar lo que estabas sintiendo. 
Tragarse las lágrimas y sentirse así intoxicado por un tiempo.
Sufrir en función del daño que uno es consciente de haber hecho. 
Esa era tu receta para superar nuestra pérdida.
No tenías que hacer nada de eso, yo te quería, y vos no podías quererme de la misma manera. 
Qué verdad más triste e implacable, qué verdad sin remedio.

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