lunes, 27 de abril de 2020

Reciclado del 2009

Ivy sale de su trabajo, a la misma hora de siempre, pero más cansada que de costumbre. Hoy, como nunca, camina sola hasta la parada del colectivo porque su compañera tiene que hacer otras cosas y va en otra dirección.
Se pone los auriculares, le da play a la última canción que estuvo escuchando antes de entrar al trabajo, y aumenta el volumen. Canta para ella solita a la vez que comienza el monólogo que todos comenzamos mientras caminamos solos.

-believe in me, help me believe in anything 'cause i wanna be someone who believes- dice la canción interpretada por Counting Crows, a la vez que Ivy divisa a alguien que cruza en la esquina, y le llama MUCHO la atención

uy... ese que acaba de cruzar en la esquina y viene hacia aquí acaso es...? ese andar me parece conocido
será él? a cuántos metros estará? serán unos 50 metros aún; es él, esa forma de andar, esa ropa, el maletín! mierda, es él, qué carajo hace acá?! por qué tiene que caminar por la misma cuadra por la que espero el cole?! acaso no tiene más calles Tucumán?! ah?! justo por esta tiene que pasar digo yo?! quiero un abogado!

Debería haber un universo paralelo o una isla al menos adonde mandar a todos los ex! pero yo también soy ex... ahí también podría encontrarlo
Mmm, bueno, el plan tiene fallas, habría que ultimar detalles del exilio, pero los ex's deberían desaparecer de la faz de la tierra, quién quiere volver a verlos, eh?! quién?!

me habré sonrojado? sí, me sonrojé, mis mejillitas están que arden, mierda mierda mierda, no lo quería ver, no quiero verlo, no quiero saludarlo, me imagino la charla:
que como estoy, que qué tal mi laburo, que si ya me fui de la casa de mis padres porque él sí, que si recibí sus mails y mensajes, que por qué no los contesté

Fuck!
Dios, teníamos un acuerdo vos y yo: me lo tenía que encontrar un sábado como el anterior, a la noche, recién bañadita, perfumada, fresca, de la mano de un chico precioso (?), impecable, sonriente, no recién salida del laburo, con hambre, frío, ganas de quejarme

ni me miré en el espejo del ascensor cuando bajé... igual debo estar preciosa como siempre, jajajaja, qué boluda
enfocate Ivy! enfocate! algo tenés que hacer!
ya no podés cruzar de vereda, no, tampoco da para fingir que sacás algo de la cartera, encima si llevaras el celular al oído sería demasiado trucho porque tenés puesto el manos libres, tampoco podés cantar a los gritos la canción que suena ahora; qué canción es? para qué mierda le bajo el volumen?! acaso no me va a ver porque tenga poco volumen el reproductor?!
ay! está cada vez más cerca
no lo quería ver, no quería, no quiero que me pregunte cómo estoy, porque me voy a ver obligada de preguntar lo mismo, y no quiero saber! no me importa!

Fuck!
Ya es demasiado tarde para cruzar de vereda, está re cerca, me mira, me mira, me va a saludar, no puedo hacerme la boluda, lo tengo que mirar

:S

Lo miro, me mira, sonríe... no es él
Necesito anteojos la puta madre :P

lunes, 20 de abril de 2020

El futuro


un desenlace contra todo pronóstico no es posible: sé que no estarás
pero entonces, qué haré?
cuando hayas quedado atrás
cuando vuelva a gemir el tiempo giratorio
pero mis labios no puedan saberse en paz
dime, entonces qué haré?
cuando en vano intente encontrarte en otra boca
cuando me pierda en otra sonrisa y otro rostro
cuando hacer el amor cobre diferentes significados en otro cuerpo
cómo aceptar que –más temprano que tarde– 
seremos para el otro solo un recuerdo
que desearemos, 
e incluso llegaremos a amar, totalmente ilesos de este trayecto
de este camino que hoy recorremos
cómo conciliar la certeza de un no-futuro juntos con lo que me gusta mirarte, escucharte, besarte, abrazarte, pensarte y hasta extrañarte?
cómo conciliarlo con lo mucho que te estoy queriendo?




sábado, 11 de abril de 2020

Cuando duermo sin ti, contigo sueño

"Porque una casa sin ti es una emboscada
el pasillo de un tren de madrugada
un laberinto sin luz ni vino tinto
un velo de alquitrán en la mirada..."

sábado, 4 de abril de 2020

Sobre el origen de los celos



Cuando una persona está enganchada, enamorada, estupidizada, obnubilada, enceguecida por alguien (o todos los anteriores son correctos), todo es color de rosa, la vida le sonríe, no importa lo mal que puedan salir las cosas, una llamada, un mensajito, una salida, un abrazo de esa persona es suficiente para estar en las nubes todo el día.
Me acuerdo de una vez en particular en que estuve así. Verano de 2004, de vacaciones en Córdoba; me pasaba todo el día, pero TODO el santo día, hablando de un chico que acababa de conocer. Me parecía perfecto, hasta en el nombre, tan dulce, pero mejor no lo nombro aquí.
Al perfume que usaba, aún hoy lo reconocería en cualquier lugar; me aprendí de memoria las tres arruguitas que se le formaban en los párpados cuando se reía; y también memoricé la forma en que movía los labios cuando me hablaba, porque la verdad es que por momentos no escuchaba ni una palabra de lo que decía.
Lo más raro de esta situación es que ves a esta persona tan perfecta que perdés el sentido común, el buen juicio, y empezás a creer que todo el mundo la ve como vos, y por lo tanto va a querer levantársela, entonces ahí tenés un posible motivo para que surjan los celos.

En realidad lo que quería contar es que en mi adolescencia tuve unas alumnitas particulares, y cuando tenían alrededor de ocho años (eran gemelas) una me dijo:

-Ivana... creo que ya sé porque la gente siente celos 
-Ah, sí? Y por qué? 
-Porque cuando una chica tiene novio, lo quiere mucho mucho, y como lo quiere mucho lo ve re lindo, entonces piensan que todo el mundo lo ve así, por eso tiene celos

Sí, ya sé, acabo de robarme la explicación de una niña de 8 años, pero es que es genial!

Borrador de un duelo perdido en el tiempo

Abrir el reproductor de música para escuchar algo acorde a la ocasión, a saber: "Porque la quería", "Confesión", "Origami", entre otros. 
Quizá un tango de esos que sonaron tantas veces mientras en mi cama o mi sillón hicimos el amor. 
Preparar un cóctel en el que no faltara tu cobardía, tu indecisión y eso que vos, y sólo vos llamaste amor. Tomarlo solo, degustarlo en silencio. 
No quejarse. 
No llorar. 
No confesar lo ocurrido a persona alguna.
Callar, ahogar cualquier atisbo de sentimiento en un malogrado texto que no conocería papel ni cajón, sino que se perdería en la inmensidad de imágenes que más de tres años nos dejaron de recuerdo.
Torturarse leyendo poesías oscuras y melancólicas, textos sombríos.
Nuevamente callar, ocultar, negar lo que estabas sintiendo. 
Tragarse las lágrimas y sentirse así intoxicado por un tiempo.
Sufrir en función del daño que uno es consciente de haber hecho. 
Esa era tu receta para superar nuestra pérdida.
No tenías que hacer nada de eso, yo te quería, y vos no podías quererme de la misma manera. 
Qué verdad más triste e implacable, qué verdad sin remedio.

jueves, 2 de abril de 2020

La relatividad del tiempo

Una característica de los momentos tristes, de angustia, de los malos momentos, es que nos despiertan el temor de no terminar jamás; mientras uno está hasta la médula llorando una pérdida, lamentando un fracaso, pensando en algo que nos hubiera encantado que sucediera pero finalmente no fue; en ese lapso de tiempo, pareciera que la sensación horrible en la boca del estómago (que de a ratos migra a la garganta, y-como ya dije una vez- juega a hacerle piquete al tráfico de oxígeno a los pulmones) pareciera decía que la sensación no conocerá final.
A la vez, cuando uno se siente pleno, casi sin espacio en el cuerpo para la felicidad que pueden provocar algunas personas, situaciones, logros, etc.; esos momentos suelen sentirse efímeros. Es por eso que quizá, de un tiempo a esta parte, he aprendido a poner mis sentidos al servicio de vivir intensamente todo aquéllo que me trae un poquito de alegría y, más temprano que tarde, se irá.
Entonces me detengo sin que lo notes en el leve arco que forma tu ceja derecha cuando sonreís, en la sensación ligeramente rugosa de la palma de tu mano si se me antoja recorrerla con los dedos, en el compás de tu voz hablando de la nada o de todo mientras suena, con su simetría matemática, Piazzola, en el espacio exacto del dorso de mi rodilla entrando por azar en contacto con tu pierna mientras nos acomodamos para dormir. 
Y -como bien habrás notado- suelo demorarme en los instantes que me permiten gozar (con cierta fascinación) de lo reconfortante que me resulta algo tan simple como el aroma de tu piel...

Evitar, resistir

tu hechizo de suave adicción
como si fuera fácil dominar mi sentir
y saber que te vas
y saber que la abstinencia me puede
todo se vuelve oscuro, 
y sólo puedo decir...

...

Lo que yo quiero 
corazón cobarde
es que mueras por mí..