miércoles, 13 de febrero de 2019

Lo digo y lo demuestro

En un verano de hace 21 años, para estas fechas me había puesto de novia con una persona (C.) que en ese momento tenía 18 años (yo tenía 15, les digo para que no saquen cuentas, jaja)
Recuerdo que el día de los enamorados era el cumpleaños de un amigo de mi papá, y por la edad que yo tenía no exisitía la opción de quedarme sola en mi casa o decir: no voy. Imagínense mi embole porque yo quería estar con mi novio ese día; pero las cosas se complicaban porque en mi casa ni siquiera sabían de la existencia del muchacho, principalmente porque mi mamá enloquecería más o menos, jajaja.
Esa noche hablamos por teléfono y él:

-¿Hacemos algo hoy?
-No, no puedo, es el cumpleaños de X (el apellido del amigo de mi papá)
-¿Y dónde es?
-En Lastenia (una ciudad vecina a la capital)
-Bueno, está bien, hablamos mañana


Llego a la fiesta, cenamos, bla bla bla, a la hora que todos se reunieron para la guitarreada yo salí a sentarme en la vereda, sola, jajaja, qué patética ahora que lo pienso, pero bueno... yo no quería estar ahí.
Alrededor de las cuatro de la mañana veo pasar un auto por la avenida (yo estaba a 30 metros, la casa estaba en un pasaje), unos segundos después el auto vuelve, dobla por el pasaje y pasa de largo hasta la próxima esquina, allí se detiene por un momento para finalmente retroceder hasta donde yo estaba.

Se baja una de las ventanillas y veo asomarse a L., un amigo de C., que al verme grita:

-¡Ahí está boludo!¡Al fin!

Se había pasado las últimas cuatro horas y media aproximadamente, junto con tres amigos en el auto, buscando la fiesta... buscándome. Todo lo que sabía era el apellido del amigo de mi papá y la ciudad (ni siquiera una calle) donde vivía.
Cuando se acercó a saludarme no se me ocurrió nada más romántico que:

-¡¿Qué hacés aquí?!
-Tenía que verte, ¿no es el día de los enamorados? Yo estoy enamorado de vos...

...


Éramos muy chicos, impulsivos, las hormonas estaban en su pico máximo de concentración en el cuerpo, jajaja; lo que hizo fue una insensatez si lo pienso ahora con objetividad; pero, aún así, más de veinte años después sigo convencida de la idea que me quedó grabada esa noche: cuando querés a alguien, cuando estás realmente interesado, no hay peros, no hay distancias, no hay excusas, hacés lo necesario para estar con esa persona.
Y punto.